miércoles, 9 de agosto de 2017

FRASES «Si no despierto», Lauren Oliver.


 Los padres de Rob están fuera esta semana y hace un par de semanas él me preguntó si podía pasar toda la noche en su casa. Sabía que estaba en realidad preguntándome si quería tener sexo.   

Siento calor subiendo por mi cuello y sé que mi piel probablemente va a ponerse roja y manchada. Esto sucede cuando estoy avergonzada. Ninguno de los dermatólogos, cremas, ni polvos en Connecticut ayudan. 

Elody fue una de las que me dijo que quedó adolorida después del primer par de veces que tuvo sexo, lo cual me puso diez veces más nerviosa. Podría sonar loco, pero nunca pensé realmente al respecto como algo físico, algo que te causaría dolor, como el fútbol soccer o montar a caballo.  

Cierro mis ojos y pienso en el baile de bienvenida y mi primer beso con Rob, cuando él me empujó hacia él en la pista de baile y repentinamente mis labios estaban en los suyos y su lengua deslizándose bajo la mía y pude sentir el calor de todas las coloridas luces presionándome como una mano, y la música parecía hacer eco en algún lugar detrás de mis costillas, provocando que mi corazón revoloteara y diera saltos al mismo tiempo. 

Cuando acabemos la secundaria, miraremos hacia atrás y sabremos que hicimos todo lo correcto, que besé a chicos guapos y estuve en las mejores fiestas, lo suficiente para no tener bastantes problemas, escuchar nuestra música demasiado alta, fumar muy poco, o casi nada en absoluto.

Nadie dijo nunca que la vida era justa. 

Sin condón, no hay amor. 

Las rosas son rojas, las violetas son azules, y si consigo llevarte a la cama, será realmente chulo. 
  
Como de costumbre, cuando sonríe, mi estómago hace un poco de puenting hasta mis caderas.    

Me gusta la sensación que se tiene cuando se sabe que estás haciendo algo mal y te sales con la tuya, como robar algo de la cafetería de la escuela o emborrachar a la familia en vacaciones sin que nadie lo sepa.  

Durante el resto de la clase apenas me mira, sólo cuando levanto la mano. Pero juro que cuando nuestros ojos se encuentran, hace que todo mi cuerpo sienta como un escalofrío gigante. Y juraría que él siente lo mismo. 
           
Rob se inclina y entierra su rostro en mi pelo, cambiando su voz a una más profunda y calma. Esa voz que hacía que todo mi circuito nervioso estallara como una gran explosión. 
            
Es extraño cómo puedes conocer a alguien sin saberlo todo. 

Rob pone sus brazos alrededor de mí y yo entierro mi nariz en su polar… Yo sólo quiero quedarme allí para siempre, aferrándome a él.
Te extrañé —le digo a su pecho. 

—Oh, no. No te vas a escapar esta vez. —Pone su frente junto a la mía y susurra—. He estado esperando para esto durante mucho tiempo. 

Nosotros podríamos hacerlo toda la tarde, toda la noche. 

Una buena amiga guarda tus secretos por ti. Una mejor amiga te ayuda a guardar tus propios secretos. 
                      
—Seré seria cuando esté muerta.
Esa palabra manda una corriente directo a través de mí. Muerte, tan final, tan desagradable, tan corta. 

Quizá, cuando mueres, el tiempo se envuelve sobre ti, y rebotas dentro de esta pequeña burbuja por siempre. Como el “después de la muerte” equivalente a la película “El día de la marmota”. 
    
Me gusta pensar en lo chistosa que es la vida: lo mucho que cambia. Cómo la gente cambia. 

Aquí hay algo más que recordar: la esperanza te mantiene viva. Incluso cuando
estás muerta, es lo único que te mantiene viva.        
               
—Me gusta, pero... —Estoy a punto de confesarles que no estoy tan segura de que estemos bien juntos, pero en el último segundo no puedo.
Podrían pensar que estaba loca. Ni siquiera yo me entiendo a mí misma, la verdad. Es como si tuviese la idea de que él es lo mejor que hay en la caja.

No voy a tener sexo con él sólo para que me diga que me quiere, ¿sabes?

Ésta es la llave, estoy segura. Vive el día hasta el final. Sigue las reglas. Aléjate de la fiesta de Kent. Simple.

Se vuelve de nuevo hacia mí, tambaleándose y antes de que pueda reaccionar, le he arrancado el cigarrillo de la boca y le beso, con las manos ahuecadas a ambos lados de su rostro, empujando mi cuerpo contra el suyo. Le lleva un segundo darse cuenta de lo que está pasando, pero luego empieza a tantear por encima de mi vestido, dando vueltas a su lengua en círculos, gimiendo un poco.
                    
 —¿Estás segura de esto? —farfulla Rob en mi oído.
—Sólo bésame.          

No les hagas caso. Sigue caminando. Mantén la cabeza alta.

No se siente mal que vaya de la mano de Kent McFuller y que le esté dejando que me lleve a alguna parte, se siente normal. 

Ya ves, yo seguía buscando respuestas. Aún quería saber por qué. Como si alguien fuera a responder eso por mí, como si alguna respuesta pudiera ser satisfactoria.

No importa cuánto quisiera que todo fuera despacio, el tiempo sigue vertiéndose como una hemorragia.

Quizás el próximo año, pero probablemente no.

Después comencé a pensar en el tiempo, en cómo se mantiene moviéndose y agotándose y fluyendo por siempre, segundos en minutos, minutos en días, días en años; todo eso llevándote al mismo lugar, una corriente que siempre va en una sola dirección. Y todos nosotros vamos y nadamos tan rápido como podemos, evitándolo. 

Mi punto es: quizá puedas disponer de una espera. Quizá para ti hay un mañana. Quizá para ti hay mil mañanas, o tres mil, o diez mil, tanto tiempo que puedas inundarte en él, dejarlo deslizarse como monedas a través de tus dedos. Tanto tiempo que puedes desperdiciarlo.
Pero para alguno de nosotros, sólo existe el hoy. Y la verdad es que, realmente nunca lo sabes.

No es como si él hubiera terminado conmigo exactamente, pero quizá sí como si nosotros no hubiéramos estado nunca en serio, en serio en la forma en que creí por tanto tiempo. ¿Es incluso
posible salir seriamente con alguien que no te conoce en realidad?

Me acuerdo de algo que mi profesora de inglés, la Sra. Harbor, había comentado una vez. Dijo la razón por la que nunca se puede volver a casa, estábamos estudiando una lista de citas famosas y discutíamos su significado, una de ellas era de Thomas Wolfe, No se puede volver a casa, no porque necesariamente haya cambiado el lugar, sino porque lo que ha cambiado es la gente. Así que nada parece igual.

Supongo que ese es el secreto si alguna vez deseas que las cosas vuelvan a ser como eran. Sólo tienes que mirar hacia arriba.
              
Me asombra qué fácil es que las cosas cambien, cuán fácil es descender por el camino de siempre, pero llegar a un lugar distinto. Sólo se necesita dar un paso en falso, pausar un instante, desviarse en lo más mínimo, y terminas con nuevos amigos o una mala reputación o un novio o una separación.

En uno de mis sueños, Einstein aparece sobre las palabras: la gravedad no es responsable de la caída del amor.   
    
Son esos pequeños detalles de mi vida, poco especiales, urdidos como el tejido a mano de una alfombra lo que realmente les hace únicos, esos pequeños fallos en las costuras, esas lagunas y saltos pequeños y entrecortados, que hacen que el patrón sea irrepetible.

¡Nunca podría ser lo suficientemente buena para él! Incluso si viviese este día una y otra vez hasta el infinito, nunca podría ser lo suficientemente buena.

Lo siento, pero no puedo evitarlo, y realmente tengo que darte un beso en este momento.

Él pone una mano detrás de mi cuello y me jala hacia él. Y luego nos besamos. Sus labios son suaves y dejan un hormigueo en los míos.

Desaparezco, perdida, girando en la nada como en mi sueño, pero esta vez es una buena sensación, explorando, como ser totalmente libre.
                      
No te preocupes por el mañana. Ni siquiera pienses en ello.
                 
A veces temo ir a dormir por miedo a perder lo que dejo atrás.

Luego nos besamos otra vez, nuestros cuerpos se mueven juntos y la boca es tan perfecta que es como si ni siquiera estés besando, pensando en los besos, pensando en la respiración, todo está bien, natural e inconsciente y relajado, un sentimiento de no tratar de hacer, sino de completo abandono, dejarte ir, y ahí mismo lo impensable e imposible sucede: el tiempo se detiene después de todo.             

Supongo que eso es lo que ocurre cuando se dice adiós para siempre, hay que dar un salto al vacío. Lo peor es tomar la decisión de hacerlo. Una vez que se está en el aire, no hay nada que puedas hacer, sólo dejarte ir.

Todo en mí se siente libre y revoloteando, como si pudiera comenzar a flotar en cualquier segundo. Música, pienso, él me hace sentir como música.

Nunca es demasiado tarde para segundas oportunidades.

Pienso en algo que aprendí hace años en la clase de ciencia, que incluso cuando las aves han sido separadas de su bandada, aún continuarán migrando instintivamente. Ellas saben a dónde ir sin que siquiera les hayan mostrado el camino.

Así es como me siento justo ahora: como si estuviera en el aire, sola, pero de alguna forma sé exactamente qué hacer.

Mejores amigas por siempre, ¿verdad?
Y sin secretos. —Lindsay me mira fijamente.
Y sin estupideces. —dice Elody, lo cual no es parte de nuestra pequeña rutina, sin embargo. Se supone que ella tendría que decir “y sin mentiras”, pero estoy de acuerdo en que una funciona tan bien como la otra.
Para siempre —finaliza Ally—, y hasta que la muerte nos separe.
La última parte cae sobre mí:
E incluso entonces.

Me inclino hacia él y le doy el beso final… sólo un picotazo, en verdad, nuestros labios apenas se rozan, pero me basta con eso para sentir esa sensación de ascender de nuevo, fuerza y poder fluyendo a través de mi.


Y besar a Kent, porque es cuando me di cuenta de que el tiempo no importa. Fue entonces cuando me di cuenta de que ciertos momentos duran para siempre. Incluso aunque tengan que continuar más allá, incluso después de muerta, enterrada, esos momentos son duraderos aún, hacia atrás, hasta el infinito.

Bueno, aquí se termina esta entrada, que me ha salido más larga de lo que imaginé. Espero que les haya gustado. Comenten y no olviden decirme cuál es su favorita. 
¡Un beso! 

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